lunes, 23 de agosto de 2010

Miami, 7 de abril de 2010.

Esta es la última vez que escribo en el aeropuerto. La última vez que escribo estando en Miami, y también en Estados Unidos.

Estuve por más de tres meses aquí. Cinco días de ese tiempo, estuve en este aeropuerto. Estoy cansado, no tengo un peso (dólar en este caso) pero estoy feliz. Ya queda nada para volver a Chile, ya comencé mi viaje de vuelta. Se siente bien.

Vuelvo con muchas cosas. No plata, por supuesto, pero sí habiendo vivido una experciencia única, grande, inolvidable. De hecho, creo que no vuelve a Chile el mismo que se fue hace tres meses. Quiero verlos a todos, que no sé si serán los mismos tampoco. Quiero respirar el aire chileno, ver mi cielo, ver... a muchos.

Me voy como volví en cuanto a emoción. Quizás más impaciente por las ganas que tengo de volver, pero sin sensaciones raras, penas, euforia, nada. Me voy y hasta acá llegan las letras; dejo atrás muchas más cosas buenas que malas y, espero, en adelante vengan aún más buenas. Las cosas malas son la semilla de algo bueno. Depende de con qué agua las reguemos, los frutos que podremos obtener.

Aquí aprendí- creo- a regar con agua dulce, clara, agua positiva.

Mi último día en el aeropuerto, mi último día en Miami. Mi último día en Estados Unidos.

Espero- y quiero- que a partir de mañana comience el primer dia de una nueva vida en Chile. Mi Chile.

martes, 17 de agosto de 2010

Martes, 6 de abril de 2010.

Ni anoche ni hoy me calentó escribir. Si bien los últimos días en Naples descancé, acá lo he hecho aún más. Como acá las libertades son lo mas importante y sin tarjeta de crédito no me puedo conectar a internet, me he despegado mucho del mundo. Mi mundo de Chile.

Hace ya cuatro días que no hablo con mis amigos. No me he conectado a Facebook, MSN, Skype, nada; y a decir verdad, he estado lejos de aburrirme. Aunque quizás mañana, mi último dia en USA, me muera de hambre, opté por comprarme dos novelas. Creo que ya lo había escrito. El tema es que son buenísimas, son parte de una trilogía y están en inglés.

Son las 8:20 de la tarde y he estado prácticamente todo el día leyendo. Me dormí a las 6 de la mañana, desperté a eso de las 12 más menos y desde ahí que no he parado.

Aparte de leer también he pensado. Aunque eso lo he estado haciendo la mayor parte del tiempo que he estado acá en los Estados Unidos.

He pensado en mi familia, amigos, en mi mismo y lo que tengo por delante. El no tener internet me ha hecho aprovechar el tiempo de una forma a la que- lamentablemente- no estoy acostumbrado.

Estando acá pasaron cosas en Chile. Cosas grandes, curiosas, inolvidables y notables. Se siguió escribiendo la historia y, a pesar de estar lejos, me mantuve involucrado. Estando tan lejos, fue el periodista también el que me ayudó a mantenerme un poco más cerca.

Conversaciones inolvidables, declaraciones. Todo ha ido quedando en mi memoria. Todo ha sido complemento para lo que viví acá. Todo me ayudó a vivir de mejor forma lo que vivi acá.

Hace unos días ya pensaba en hacer recuento de esto. Y estaba equivocado. El recuento va a ser después, cuando vuelva a Chile, cuando recuerde y cuente anécdotas, experiencias y cosas que reflexioné. Ese va a ser el momento de los recuentos, ahí creo que voy a tomar la dimensión que esto tuvo y tendrá en mi vida.

Mi vida ya no es la misma. Chile no es el mismo, mi familia y mis amigos tampoco. Yo, creo, no soy el mismo. Y me gusta. Me gusta poder haber vivido algo que me va a hacer apreciar más lo que tengo, la gente que me rodea, las oportunidades que se me presentan... todo. De cierto modo, siento que di un paso enorme para encontrar la clave, lo que tengo que hacer y cómo tengo que hacerlo para ser feliz.

Queda menos de un día para por fin, despegar e iniciar mi regreso a casa. Menos de dos días para volver a ver la cordillera, el cielo, la gente chilena. Lo estoy esperando. No sin aprovechar el estar acá, pero lo espero, y se que será genial.

Probablemente escriba más tarde. Ahora seguiré leyendo, parando de vez en cuando sólo para observar, respirar hondo, pensar en que falta menos para llegar a Chile y seguir con estos libros que no me llenan la guata, pero sí los sesos.

sábado, 14 de agosto de 2010

En un pedacito de Chile.

Almuerzo.
F
uí a Subway pero estaba muy lleno. Nuevamente comí en el Burguer. Hoy fuí al consulado chileno, acabo de llegar de ahí. Me fue bien!, ahora si me siento más cerca de Chile, ya falta poco.

Me dediqué a conversar con una familia que estaba en el consulado. En un plasma, cerca de la puerta de entrada, se veía el matinal de TVN. El consulado en sí, como oficina, es feo, pero me pareció lo mejor y más acojedor que había pisado en mucho tiempo. Era un pedacito de Chile.

La familia con la que hablé llevaba cuatro años viviendo acá. El papá (Fernando) era el prototipo de chileno clase media, de piel semi morena, mucho pelo y bigote canoso, con la "talla"- broma- a flor de piel. La mamá era notoriamente más callada, de hecho, no recuerdo su nombre. Junto a ellos estaba la hija, de quien tampoco tengo un nombre claro en la memoria. Era una niña de 14, de piel blanca, ojos muy brillantes y una sonrisa sincera, despreocupada.

Por último estaba Jéssica (o como se escriba) que en realidad nunca me dejó muy claro quién era ella dentro de la familia pero sí que era parte de ella.

Hablamos de todo un poco, aunque la conversa empezó por la foto de la Bachelet, aún se puede ver en la oficina, mientras que la de Piñera brilla por su ausencia. Eramos ahí, todos de oposición.

Lo curioso fue cuando comenzó a llegar más gente. Sin quererlo, en un segundo me di cuenta de que se había dado algo así como una reproducción a escala de Chile y su población.

Llegó una familia rubia, de hija única y ropa típica. Camisa Polo, Cartera Louis Vuitton, zapatos innegablemente de cuero y silencio absoluto despues de un tímido saludo (una inclinación leve de cabeza sumado a un movimiento de labios insinuando un "buenas").

Aparte de ellos, el resto (mi familia amiga y unas cinco personas más aparte) todos eramos representantes de algo de la realidad chilena. Estaba la minoría totalmente distinta, los que enfrentan el mundo con cara de chiste de mal gusto o público de cementerio y los que hablábamos hasta por los codos, nos reíamos, y apoyábamos una y otra vez lo que decíamos sobre la presidenta y el nuevo recién electo.

Ellos vuelven a Chile el domingo. Sólo la Jessica se queda acá. Dice que aún tiene para un par de años, aunque también dice que no soporta a los cubanos y que no se queda a vivir definitivamente en Miami "ni cagando".

Creo que podría ir a ver a Valpo a los que se van. Son simpáticos, sencillos y amistosos. Típicos chilenos.

Al final me llevaron de vuelta al aeropuerto. Esta sigue siendo una muy buena experiencia. Bendito aeropuerto.

Ya quedan dos días y más menos cinco horas.